INGREDIENTES.
Bacalao seco desalado y desmigado.
4 o 5 huevos batidos.
Medio manojo pequeño de ajetes.
Aceite de oliva virgen.
Una pizca de sal y pimienta molida.
ELABORACIÓN.
Previamente ponemos el bacalao en agua la noche anterior
cambiando el agua alguna vez. Al día siguiente empezamos a desmigar el bacalao reservándolo para más adelante. Seguidamente limpiamos los ajetes y los
cortamos a nuestro gusto, friendolos en aceite de oliva virgen (a mí
personalmente me gusta que queden un poco más fritos, más crujientes). En este
caso son ajetes de mi huerto, más naturales y frescos.
Ponemos la sartén al fuego mínimo para que vaya cogiendo
temperatura, porque si no la tiene la tortilla se pegara en el fondo. Mientras
tanto cascamos los huevos, los batimos y añadimos los ajetes, el bacalao
desmigado, mezclando bien todo. Hacemos la tortilla como siempre, controlando el
fuego, con cariño, con alegría y como no, dando le vueltas hasta que cuaje por
dentro. Aquí cada cual, le da el punto de cocción que más le gusta, finalizando
la elaboración de otra exquisitez de mar y tierra.
En mi familia siempre se han elaborado tortillas con unas
cuantas de combinaciones y esta es una de ellas. Podía a ver mostrado una tortilla
de bacalao añadiéndole perejil picado y otra de ajetes, pero he preferido mostrar
esta, porque me traen recuerdos de seres queridos que ya no están aquí. Pero me
dejaron un gran legado culinariamente hablando.Los ingredientes
estaban al alcance de la mano, el aceite, los huevos, los ajetes y el bacalao o lo
intercambiaba a los arrieros por productos de la tierra o lo compraban en las
tiendas del pueblo. El bacalao, era junto con el arenque, el único pescado del
mar que se consumía por estas tierras y quien podía, porque no todo el mundo
tenía poder aquisitivo para adquirirlo.
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